Puntos Sobresalientes de Números 33, 34, 35, 36

Puntos sobresalientes de la Biblia: Números 33, 34, 35, 36

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*** w11 1/6 págs. 21-22 ¿Cuándo se escribió la Biblia? ***
Los primeros libros de la Biblia se escribieron sobre materiales perecederos. No es realista, por tanto, esperar que un día se encuentren los ejemplares originales —ni siquiera copias tempranas— de los escritos de Moisés, Josué, Samuel o David. Aun así, podemos estudiar las pruebas históricas indirectas, las cuales señalan que es razonable aceptar las fechas que marca la Biblia, como hacen algunos investigadores y arqueólogos reputados. ¿Adónde apuntan dichas pruebas? Veamos.
● ¿Existía la escritura en el Oriente Medio hace tres mil quinientos años, cuando, como dice la Biblia, vivieron Moisés y Josué? Tanto en Mesopotamia como en Egipto se escribían textos históricos, religiosos, legales y literarios. ¿Qué puede decirse de los escritos de Moisés y otros israelitas? Un diccionario bíblico (Dictionary of the Old Testament: Pentateuch) responde: “No tenemos razón para dudar de la existencia de la literatura en el Canaán de la Edad del Bronce tardía [entre 1550 y 1200 antes de Cristo]”. Y añade: “Desde el punto de vista de la escritura antigua, no hay razón para negar que Moisés haya sido el autor de los textos que se le atribuyen ni para dudar de la antigüedad del resto de la Biblia” (Éxodo 17:14; 24:4; 34:27, 28; Números 33:2; Deuteronomio 31:24).

*** w01 15/11 pág. 13 párr. 17 Jehová nos muestra cómo contar nuestros días ***
17 El salmista se expresa así sobre la duración de la vida de los seres humanos imperfectos: “En sí mismos los días de nuestros años son setenta años; y si debido a poderío especial son ochenta años, sin embargo su insistencia está en penoso afán y cosas perjudiciales; porque tiene que pasar rápidamente, y volamos” (Salmo 90:10). La gente en general vive unos 70 años. De hecho, Caleb hizo mención de la fuerza poco común que conservaba a los 85. Claro, ha habido excepciones, como Aarón, Moisés y Josué, de 123, 120 y 110 años respectivamente (Números 33:39; Deuteronomio 34:7; Josué 14:6, 10, 11; 24:29). Sin embargo, los mayores de 20 años de la generación infiel que salió de Egipto murieron en menos de cuatro décadas (Números 14:29-34). Hoy, la duración general de la vida en muchos países permanece dentro de los límites que mencionó el salmista. Nuestros años están llenos de “penoso afán y cosas perjudiciales”. Pasan rápidamente, “y volamos” (Job 14:1, 2).

*** w10 1/8 pág. 23 ¿Lo sabía? ***
¿Qué son los “lugares altos” que se mencionan con frecuencia en las Escrituras Hebreas?
▪ Cuando los israelitas estaban a punto de entrar en la Tierra Prometida —donde vivían los cananeos—, Jehová les dio esta orden: “Tienen que [...] destruir todas sus figuras de piedra; y todas sus imágenes de metal fundido las deben destruir, y todos sus lugares altos sagrados los deben aniquilar” (Números 33:52). ¿Qué eran estos “lugares altos”? Eran los sitios donde los cananeos realizaban sus cultos paganos. Se trataba de emplazamientos al aire libre en la cima de una colina y, en ocasiones, de plataformas construidas a la sombra de un árbol o dentro de una ciudad (1 Reyes 14:23; 2 Reyes 17:29; Ezequiel 6:3). Solían contar con altares y columnas o postes sagrados, así como con imágenes, incensarios y otros utensilios para sus ritos.
Con todo, antes de que existiera el templo de Jerusalén, Jehová permitió que los israelitas lo adoraran en algunos sitios que las Escrituras llaman “lugares altos”. Por ejemplo, el profeta Samuel ofrecía sacrificios en un “lugar alto” situado en cierta ciudad de la región de Zuf (1 Samuel 9:11-14). Sin embargo, una vez construido el templo, varios reyes fieles a Jehová tomaron medidas para acabar con “los lugares altos” (2 Reyes 21:3; 23:5-8, 15-20; 2 Crónicas 17:1, 6).

*** cl cap. 6 págs. 62-63 párr. 12 El poder destructivo: “Jehová es persona varonil de guerra” ***
12 Otro caso semejante es el juicio divino contra los cananeos. Jehová reveló que por la línea de Abrahán vendría una descendencia mediante la cual se bendecirían todas las familias de la Tierra. En conformidad con tal propósito, decretó que la progenie de Abrahán recibiera la tierra de Canaán, en la que ya vivían los amorreos. ¿Qué razón podía tener para sacarlos de su propio país a la fuerza? Dios profetizó que no los desalojaría sino hasta cuatrocientos años después, cuando hubiese “quedado completo el error de los amorreos” (Génesis 12:1-3; 13:14, 15; 15:13, 16; 22:18). Durante ese plazo, ellos se sumieron cada vez más en la corrupción moral. Canaán se convirtió en un país plagado por la idolatría, la violencia sanguinaria y la degradación sexual (Éxodo 23:24; 34:12, 13; Números 33:52). Sus habitantes llegaron a sacrificar a sus hijos en el fuego. ¿Podía un Dios santo exponer a su pueblo a tales perversidades? De ningún modo. Por ello declaró: “La tierra está inmunda, y traeré sobre ella castigo por su error, y la tierra vomitará a sus habitantes” (Levítico 18:21-25). Pero no hizo un exterminio indiscriminado, sino que perdonó la vida a algunos cananeos que manifestaron buena disposición, entre ellos Rahab y los gabaonitas (Josué 6:25; 9:3-27).

*** w11 15/9 pág. 7 párrs. 1-2 Jehová es nuestra herencia ***
UNA vez que Israel conquistó gran parte de la Tierra Prometida, llegó el momento de repartirla. De ello se encargaron Josué, el sumo sacerdote Eleazar y los cabezas de las tribus (Núm. 34:13-29). Ellos le asignaron una porción a cada tribu, pero no le entregaron ninguna a la de Leví (Jos. 14:1-5). ¿Por qué no? ¿Será que la pasaron por alto? ¿O acaso no le correspondía ninguna parte o herencia?
2 En realidad, Jehová no tenía ninguna intención de abandonar a los levitas. De hecho, él mismo le había asegurado a Aarón como representante de esta tribu: “Yo soy la parte que te corresponde, y tu herencia, en medio de los hijos de Israel” (Núm. 18:20). ¡Qué palabras tan profundas! ¿Cómo nos sentiríamos nosotros si Dios nos prometiera algo así? Tal vez nos preguntáramos: “¿Soy yo digno de recibir como herencia al Todopoderoso? ¿Es posible que, a pesar de nuestra imperfección, los cristianos gocemos de semejante privilegio?”. Sin duda, son preguntas muy importantes, ya que están muy relacionadas con cada uno de nosotros y nuestros seres queridos. Así pues, comenzaremos explicando qué significa tener a Jehová como herencia. Luego veremos en qué sentido puede ser él nuestra propia herencia, sea que esperemos vivir en el cielo o en la Tierra.

*** w08 15/2 págs. 4-5 párr. 10 Tengamos siempre presente a Jehová ***
10 Las hijas de Zelofehad estaban seguras de que las cosas saldrían bien si obedecían a Dios. La Biblia señala: “Tal como Jehová había mandado a Moisés, de esa manera lo hicieron las hijas de Zelofehad. Por consiguiente, Mahlá, Tirzá y Hoglá y Milcá y Noá, las hijas de Zelofehad, llegaron a ser las esposas de los hijos de los hermanos de su padre. Llegaron a ser esposas de algunos de las familias de los hijos de Manasés hijo de José, para que la herencia de ellas continuara junto con la tribu de la familia de su padre” (Núm. 36:10-12). Estas mujeres obedientes siguieron las órdenes de Jehová (Jos. 17:3, 4). Hoy día los cristianos solteros que son espirituales hacen lo mismo: confían en Dios y lo obedecen casándose “solo en el Señor” (1 Cor. 7:39).

*** w08 15/8 págs. 5-6 párr. 12 Jehová no dejará a los que le son leales ***
12 ¿Qué harían los siervos leales de Dios del reino del norte? Los levitas que vivían en ese territorio tomaron medidas de inmediato, tal como habían hecho sus fieles antepasados (Éxo. 32:26-28; Núm. 35:6-8; Deu. 33:8, 9). Dejaron las ciudades que se les había asignado como herencia y se mudaron con sus familias al sur, a Judá, donde podrían seguir adorando a Jehová sin problemas (2 Cró. 11:13, 14). Y otros israelitas que estaban viviendo temporalmente en Judá optaron por no regresar a su tierra natal en el norte (2 Cró. 10:17). Jehová se encargó de que las puertas quedaran abiertas para que las generaciones posteriores abandonaran la adoración de becerros del reino del norte y regresaran a Judá para adorarlo (2 Cró. 15:9-15).

*** w11 15/9 pág. 8 párr. 6 Jehová es nuestra herencia ***
6 Si los levitas no heredaron ninguna tierra, ¿dónde vivían? Jehová cuidó de ellos, pues les asignó ciertas ciudades y campos adyacentes. En total, disponían de 48 poblaciones —entre ellas, las seis ciudades de refugio— donde residían cuando no estaban trabajando en el santuario (Núm. 35:6-8). Es evidente que Dios atendía con creces las necesidades de quienes se dedicaban por completo a su servicio. ¿Cómo podían demostrar ellos que realmente veían a Jehová como su herencia? Confiando en que él tenía la capacidad y el deseo de cuidarlos.

*** w06 15/5 pág. 23 párr. 11 ¿Está usted preparado para sobrevivir? ***
11 Para sobrevivir al fin del presente sistema de cosas impío, no basta con creer que será destruido: tenemos que ejercer fe y aprovechar al máximo los medios que Jehová nos proporciona para sobrevivir. Por supuesto, debemos demostrar fe en el sacrificio redentor del Hijo de Dios, Jesucristo (Juan 3:16, 36). No obstante, recordemos que solo los que estaban en el arca de Noé se salvaron del Diluvio. De modo semejante, las ciudades de refugio del antiguo Israel solamente servían de protección al homicida involuntario que corría a una de ellas y permanecía allí hasta la muerte del sumo sacerdote (Números 35:11-32). La décima plaga de Egipto, en tiempos de Moisés, mató a los primogénitos egipcios, pero no afectó a los israelitas. ¿Por qué no? Porque Jehová había mandado a Moisés: “Tienen que tomar parte de la sangre [del cordero pascual] y salpicarla sobre las dos jambas de la puerta y sobre la parte superior de la entrada de las casas en las cuales lo comerán [...]; y ninguno de ustedes debe salir de la entrada de su casa hasta la mañana” (Éxodo 12:7, 22). ¿Qué primogénito israelita se hubiera atrevido a desobedecer esta orden divina y a salir de la casa marcada con sangre en los lados y en la parte superior de la entrada?

*** si pág. 34 párr. 31 Libro bíblico número 4: Números ***
31 Después de repasar los lugares donde se detuvieron en el viaje de 40 años, el relato de nuevo concentra la atención en la importancia de obedecer a Jehová. Dios les va a dar la tierra, pero ellos tienen que convertirse en Sus ejecutores al expulsar a los depravados habitantes, que adoran a demonios, y destruir hasta el último rastro de su religión idolátrica. Se declaran en detalle los límites de la tierra que Dios les da. Esta se ha de dividir entre ellos por sorteo. Los levitas, que no tienen herencia tribual, han de recibir 48 ciudades con sus dehesas, y 6 de ellas han de ser ciudades de refugio para el homicida involuntario. El territorio tiene que permanecer dentro de la tribu y nunca se trasferirá a otra tribu por matrimonio. Si no hay un heredero varón, entonces las hijas que reciban una herencia —por ejemplo, las hijas de Zelofehad— deben casarse con hombres de su propia tribu (27:1-11; 36:1-11). Números concluye con estos mandamientos de Jehová mediante Moisés, mientras los hijos de Israel están listos por fin para entrar en la Tierra de Promisión.

*** it-2 pág. 1228 Zelofehad ***
Descendiente de Manasés por la línea de Makir, Galaad y Héfer. (Nú 26:29-33.) Murió durante los cuarenta años en que vagaron por el desierto, no con “aquellos que tomaron su posición en contra de Jehová en la asamblea de Coré, sino [...] por su propio pecado”. (Nú 27:3.) No tenía hijos, pero dejó cinco hijas: Mahlá, Noá, Hoglá, Milcá y Tirzá, todas las cuales entraron en la Tierra Prometida. (Nú 27:1; 1Cr 7:15.)
Esta situación especial suscitó problemas con relación a la herencia. Cuando las hijas de Zelofehad solicitaron la parte de la tierra de su padre en Manasés, Moisés presentó su caso ante Jehová. La decisión judicial de Dios fue que como no tenían hermanos, deberían recibir la herencia de la familia. (Nú 27:1-9; Jos 17:3, 4.) Más adelante se estipuló que tendrían que casarse con hombres de la tribu de su padre con el fin de que la herencia permaneciese dentro de la tribu. (Nú 36:1-12.)

9 Si tenemos siempre presente a Jehová, le obedeceremos en todo y como resultado recibiremos abundantes bendiciones (Deu. 28:13; 1 Sam. 15:22). En efecto, debemos estar prestos a obedecer a Jehová. Pensemos en la actitud que demostraron las cinco hijas de Zelofehad, que vivieron en el tiempo de Moisés. La costumbre entre los israelitas era que la herencia familiar pasara a los hijos, y no a las hijas. Pero como Zelofehad murió sin hijos varones, Jehová ordenó que se entregara la herencia a sus hijas. Sin embargo, había una condición que respetar: debían casarse exclusivamente con hombres de la tribu de Manasés, de modo que la herencia no pasara a ninguna otra tribu (Núm. 27:1-8; 36:6-8).
10 Las hijas de Zelofehad estaban seguras de que las cosas saldrían bien si obedecían a Dios. La Biblia señala: “Tal como Jehová había mandado a Moisés, de esa manera lo hicieron las hijas de Zelofehad. Por consiguiente, Mahlá, Tirzá y Hoglá y Milcá y Noá, las hijas de Zelofehad, llegaron a ser las esposas de los hijos de los hermanos de su padre. Llegaron a ser esposas de algunos de las familias de los hijos de Manasés hijo de José, para que la herencia de ellas continuara junto con la tribu de la familia de su padre” (Núm. 36:10-12). Estas mujeres obedientes siguieron las órdenes de Jehová (Jos. 17:3, 4). Hoy día los cristianos solteros que son espirituales hacen lo mismo: confían en Dios y lo obedecen casándose “solo en el Señor” (1 Cor. 7:39).

Referencias consultadas en: Watchtower Library 2013 CD‒ROM

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