Carlos Soublette, un administrador ponderado

Capítulo 4. De la Gran Colombia a la Federación 1821 / 1870

Unidad 10. La república de los próceres. 1830 / 1862


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Carlos Soublette (La Guaira, 1789 / Caracas, 1870) estuvo activo militarmente durante toda la guerra de independencia, fue secretario de Guerra y Marina de la Gran Colombia y de 1834 a 1837 fue negociador en Madrid del reconocimiento diplomático de Venezuela por España. En 1842 se convierte en el segundo guerrero ilustre que llega al poder. Hasta el momento ningún otro discurso de incorporación había sido tan optimista. Dice el presidente ante el Congreso: “Venezuela goza de perfecta paz y ha visto terminar el tercer período constitucional fecundo en sucesos favorables a la consolidación de las instituciones patrias, al desarrollo de la industria, al establecimiento del crédito público y a las relaciones de benévola amistad que la unen con casi todas las naciones”.
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En gesto magnánimo, el Congreso decreta una amnistía para los insurrectos de 1830 a 1836 y el presidente solicita que sean rehabilitados todos los militares degradados durante el período. A partir de 1843 se rompe la armonía. Una crisis económica provocada por la caída de los precios de los productos de exportación: café, cacao y cueros, se inserta en la discusión política. Para paliar la crisis de la economía en 1845, el licenciado Francisco Aranda presenta un proyecto de Instituto de Crédito Territorial que es objetado por el Ejecutivo.
El partido liberal reclama medidas como la derogación de la Ley del 10 de abril de 1834. También los ataques personales a los hombres del régimen comienzan a degradar el liderazgo conservador. Es el tiempo de oro de las publicaciones satíricas y calumniosas. Coexisten en la misma imprenta el periódico doctrinario y el que ridiculiza y crea el clima de opinión subversiva. Las Avispas, El Trabuco, El Relámpago y otros órganos de prensa mantienen activa la agitación pública, que para fines de 1846 estalla en las provincias de Caracas, Barcelona y Carabobo. Bajo la dirección de Antonio Leocadio Guzmán estos pasquines desencadenan un verdadero terrorismo político.